■ Luis Alberto Gámiz Fourzan
Nota Previa
Esta página tiene por objeto
expresar mi admiración tanto en lo profesional como en lo personal a
este personaje que me ha cautivado. Considero que para un pintor, lo
que más le agradaría, es que su obra sea dada a conocer a un mayor
número de personas. El maestro Humberto Carrasco cumplirá noventa
años el 25 de marzo de 2019, la publicación en esta página de
algunas de sus pinturas que forman parte de colecciones
particulares, y que por fortuna fotografió, será mi regalo
anticipado. El texto del escritor Xabier F. Coronado en el
libro-catálogo Sentimiento y
Memoria Urbana Humberto Carrasco, publicado por CONACULTA y el
Museo Zacatecano en marzo de 2015, me ha servido para elaborar esta
presentación.
Homenaje a un artista que se hizo
a sí mismo
Humberto fue un niño que disfrutó mucho su infancia. Resultó el más
pequeño de una familia de quince al morir sus tres hermanas menores
por lo que, supongo, habrá sido el consentido de toda la familia.
Tiene presente infinidad de recuerdos y anécdotas que con su
agradable conversación, vuelve a darles vida. Al hacerlo Humberto
regresa a su infancia y le sale el niño que lleva dentro. Su
infancia y juventud marcaron su existencia e influyeron en su
vocación de pintor. Su mente no tiene conflictos porque los desecha
rápidamente sin entrar en problemas existenciales.
Terminó sus estudios de primaria y secundaria y siempre ha dicho que
la escuela no le gustaba para estudiar, sólo para jugar. Sus padres,
con mucho criterio, lo dejaban ser como era. Sin duda su madre
Doña Silvina Velazquez, intuía que le esperaba un futuro
prometedor. La relación con sus padres fue muy estrecha, fueron
personas creyentes y virtuosas que sacaron adelante a sus once hijos
inculcándoles principios que hoy se han olvidado. Con ellos recorrió
las calles de la ciudad y lugares que le dejaron recuerdos de magia
y misterio.
En esta época empezó a desarrollar sus aptitudes para la pintura,
tuvo la suerte de que con sus maestros encontró la motivación
necesaria para dar los primeros pasos en este arte. Con 19 años
entró a estudiar en la “Escuela Libre de Arte y Publicidad”.
Humberto se sintió como pez en el agua y aprendió todo lo necesario
sobre técnicas, perspectiva, manejo de materiales y colores.
A principios de los cincuenta el joven Humberto maduró, conoció
gente nueva, progresó, puso un despacho y empezó a tener éxito
económico. Se hizo más independiente y los amigos aumentaron.
Reuniones y veladas bohemias se daban frecuentemente lo cual fomentó
nuevas amistades con las que salía a los alrededores de la Ciudad de
México a pintar paisajes. Tanto en su casa particular como en el
despacho, Humberto continuaba pintando con ilusión, pero seguía
siendo un principiante.
En esa época también empezó a interesarse por la cultura y empezaron
a cambiar sus intereses: música clásica, opera, teatro, lectura de
libros de arte y literatura, cine, viajes, etc. Todos estos factores
unidos a la influencias de personas cultas que frecuentaba, hicieron
de él un hombre que pudo desenvolverse en ámbitos culturales
selectos.
Así pasaron 12 años, entonces a Humberto se le presentó la
oportunidad de un trabajo fijo, bien pagado y de medio tiempo,
circunstancia que le permitió seguir con su despacho y dedicar mayor
tiempo a pintar. Empezó a hacer gouaches de plazas recordadas e
imaginarias, fue el inicio real de su profesión artística.
Durante un viaje a Europa conoció al ilustre historiador, escritor y
músico, don Salvador Moreno, personaje singular de la cultura
catalana y mexicana. Cuando Salvador y Humberto se reencontraron en
México, éste le mostró lo que tenía pintado. El consejo que le dio
su amigo fue: “sigue pintando, define tu estilo y yo haré la
presentación de tu primera exposición.”
Comienza entonces una nueva etapa en su vida. Las palabras de
Salvador fueron el detonante para que Humberto abandonara todo lo
que le distraía de la pintura, se dedicó profesionalmente a pintar.
Un camino hacia adelante y hacia adentro. Salvador Moreno y don
Felipe García Beraza, que era
el Director de Arte del Instituto Mexicano Norteamericano de
Relaciones Culturales, fueron personas fundamentales en el
desarrollo de su carrera como pintor y ser humano. Los dos
organizaron y presentaron la primera exposición en el año 1972
cuando Humberto tenía 43 años.
La exposición sorprendió por la madurez que mostraban sus cuadros,
tanto a nivel técnico como creativo, a pesar de tratarse de un
artista neófito. El comentario general del público, reseñas y
criticas recogidas en la prensa, eran unánimes, al destacar la
originalidad de los cuadros y su indudable calidad. A continuación
mencionamos algunos comentarios de distinguidos críticos:
Jorge J. Crespo de la
Serna:
“Es su pintura un documento de valores no solamente altamente
estéticos, sino de alcances cívicos, sociales. Considero a Carrasco
uno de los artistas más conscientes, más finos, de las últimas
generaciones de México.”
Berta Taracena:
“Capta con gran visión, no solo por la vista y espíritu, sino con el
corazón, los colores degradados con fina delicadeza en rica gama de
medios tonos, que integran en cada cuadro plena y noble armonía que
le dan a su pintura un lenguaje poético.”
Alfonso de Neuvillate:
“Humberto Carrasco surge brillantemente al panorama de la plástica
activa y actual de México, con una obra asombrosamente madura, su
pintura es doblemente importante. Primero por ser de una calidad
poco frecuente y porque es inmersión fantástica en el ayer.”
Rafael Solana:
“Llega un día en que por fin vemos una exposición que nos conmueve,
que nos deleita; esa es, este año, la de Humberto Carrasco, un
artista que no aspira a desbancar a Tamayo, ni a convertirse en el
quinto grande, sino, en una esfera de mayor modestia, se limita a
expresar su mensaje personal, a compartirlo con sus espectadores. Y
ese mensaje nos penetra hondamente, nos emociona. Carrasco es un
relator de la poesía de las calles de México, no de su anecdotario.”
Miguel Bueno:
“Se trata de un pintor no suficientemente conocido para la gran
categoría que revisten sus trabajos y de un artista que ha llegado a
plenitud de madurez y logrado la consagración de un estilo
inconfundible, como es en cierto modo el ideal de todo artista
profesional.”
Felipe García Beraza:
“El pasado no sólo hay que salvarlo sino conservarlo para bien de
los que no pudieron verlo en su momento culminante. Esto es lo que
ha hecho Humberto Carrasco. Ha perpetuado a Zacatecas y lo muestra
en sus momentos más entrañables. Así lo ha hecho en otras ocasiones
con rincones olvidados o desconocidos de diversas ciudades, entre
ellas la misma ciudad de México. Sus cuadros representan no sólo la
habilidad de un pintor excepcional sino también y esto es muy
importante la sensibilidad a flor de piel de un ciudadano del
mundo.”
Salvador Moreno:
“Humberto Carrasco entra a la aventura del arte, volviendo sin
saberlo, a los orígenes de la pintura, es decir, a la pintura antes
de ser ella misma, a su primitivismo. Y por ir a sus orígenes
resulta original.”
Flores Antúnez:
“Espléndido dibujante conocedor de la línea, de lo espacial. Reúne
la pericia del ingeniero con la visión fiel del pintor.”
Elisa García Barragán:
“Los paisajes de Carrasco son auténticos. En ellos están las calles
exactas con sus edificios cabalmente dibujados, pero bien mirado son
construcciones más soñadas que vividas, de poéticas y misteriosas
alegorías de una perpetua nostalgia.”
Humberto Carrasco nunca se ha dejado llevar por el ansia de exponer
y vender, tampoco por las presiones del público o galerías, siempre
ha mantenido un ritmo propio, invariable sujeto sólo a decisiones
personales. Por eso tiene una obra que puede parecer escasa, pero
que es exquisita.
La obra de Humberto Carrasco nos conduce a lugares cargados de
recuerdos, de imaginación y sentimientos profundos. Sus pinturas nos
despiertan nostalgia y añoranza por aquellas ciudades, lugares y
rincones que conocimos y disfrutamos enormemente, son remembranzas
que permanecen y quedan en nuestra mente. Como apunta Xabier F.
Coronado, Humberto Carrasco es un creador de imágenes que poseen la
capacidad de provocar sentimientos en quienes las contemplan. En sus
lienzos se aprecia el oficio del pintor que ha adquirido maestría y
es capaz de trasladar imágenes al lienzo en forma impecable,
logrando dar a su obra la magia que el observador no puede dejar de
percibir. Su pintura es una fusión entre lo real y lo mágico, una
visión artística personal que denota poesía y sentimiento. Son
recuerdos, sueños y fantasías de la infancia que le tocó vivir.
Humberto Carrasco es un pintor autodidacta que aprovechó su
experiencia como dibujante, que se decidió combinar lo imaginario
con lo real y que nunca buscó la fama. Su obra es un archivo
histórico, una crónica pictórica de la Ciudad de México, como un
crítico llegó a señalar.
Su calidad técnica minuciosa y detallista, su colorido, su
originalidad, su luz, sus cielos dramáticos e impresionantes, que se
fusionan con el piso envolviendo todo el cuadro, y la atmosfera
poética que confiere a sus obras, además del dominio del dibujo y la
perspectiva provocan un estado de ánimo diferente pero siempre
encaminado a sentir serenidad y tranquilidad en quien la contempla.
Todo lo anterior, y el hecho de dedicarse al paisaje urbano
principalmente de la Ciudad de México, Real de Catorce, Oaxaca y de
la hermosa arquitectura de la ciudad de Zacatecas encontrando en
esta última la belleza arquitectónica que la caracteriza, le
permitió encontrar un estilo único e inconfundible que hace que en
sus cuadros se reconozca inmediatamente su autoría. Su obra también
inspiró a dos poetas para escribir los poemas “Me detuve a mirar “de
Josefina Cristo y “A un Cuadro”, del poeta catalán y S. J. Juan
Bautista Bertrán.
En una entrevista el maestro Carrasco comentó, “quiero dejar en mis
cuadros aquellos sitios que vi en mi niñez, barrios y casas antiguas
cargadas de tristeza y poesía que han ido desapareciendo ante la
avalancha del progreso. Es el paisaje urbano mi fuente inspiradora,
los lugares que pasan desapercibidos y otros condenados a
desaparecer por diferentes motivos y que a pesar de su hacinamiento
y destrucción, conservan en sus muros, puertas y balcones, la
nostalgia del pasado.”
La conclusión que se desprende de todo lo expuesto es que la obra de
Humberto Carrasco nunca pierde su pureza ni olvida sus retos y
compromisos originales, tampoco evoluciona desfavorablemente, ni se
sofistica, mantiene su esencia hasta el final porque es un artista
que tiene memoria y claridad de objetivos.
Por eso nunca se aventuró por la senda laberíntica del que busca,
por encima de todo, el reconocimiento y la fama. Evitó siempre el
culto a sí mismo que es donde se pierden muchos artistas; por eso su
obra huye del efectismo, de las modas, de los gustos impuestos por
quienes manejan desde afuera las tendencias del arte y condicionan
el reconocimiento oficial y los laureles públicos.
Su obra tiene un valor añadido a su evidente calidad artística, pues
se convierte en archivo histórico del paisaje urbano, porque la
mayoría de esos espacios, han sido devorados por la transformación
arquitectónica del medio y es también un regalo, una herencia que
nos deja a todos, un legado histórico que rescata lo que el hombre,
en su ceguera depredadora, destruye de sí mismo.
Finalizó su carrera donando su obra de autor al Instituto Zacatecano
de Cultura “Ramón López Velarde”, quedando bajo el resguardo del
Museo Zacatecano, que dispuso un espacio para albergarla. En la
sala, que lleva por nombre, “Humberto Carrasco: Tiempo y Memoria”,
se exhiben las 26 obras donadas, algunas de ellas de sus inicios
como pintor.
Su última exposición fue en el año 2006 en la galería “Irma Valerio
Galerías”, de Zacatecas. La señora Valerio se convirtió en su
principal promotora en la ciudad.
Durante
los 46 años de carrera profesional, Humberto Carrasco sólo presentó
doce exposiciones y en 2015 dejó inconcluso su último cuadro que es
la casa de Santa Julia donde nació y creció.
Como ser humano, Dios lo premió en muchos aspectos: Buenos padres y
hermanos, niñez feliz, adolescencia sin presiones, juventud que
descubre la alegría de vivir, una presencia física de hombre guapo
que hoy, a sus casi 90 años, lo sigue distinguiendo, talento y éxito
en su profesión, con una pareja que han disfrutado juntos la vida
durante 60 años, formando una familia con un hijo que es un baluarte
y nietos que son alegría en su arbolada y bella casa.
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